Muchas veces, un pequeño gesto puede ser la base de un gran cambio. Es lo que sucede con el reciclaje. Algo tan sencillo como separar los residuos y colocarlos en el contenedor adecuado puede generar un impacto muy positivo en la salud de nuestro planeta y contribuir a preservar el entorno natural tan necesario para todos.
Dada la crisis del calentamiento global que estamos viviendo y aprovechando los medios de los que disponemos, enseñar a los niños y niñas a reciclar debería ser materia obligatoria.
Reciclar puede convertirse en algo mecánico, pero entender el concepto y el fin es un poco complejo. Por eso, muchos padres nos planteamos qué edad es la más adecuada para comenzar a introducir la cultura del reciclaje en la educación de nuestros hijos e hijas.
A partir de los tres años aproximadamente, podemos incluir en nuestras conversaciones conceptos como medio ambiente o contaminación para que los peques se familiaricen con el vocabulario, aunque aún no lo entiendan y, más adelante, hablarles del impacto que nuestras acciones pueden tener en el equilibrio de la naturaleza.
Los peques son como esponjitas que absorben conocimientos por todos los medios a su alcance y observar e imitar a los adultos es una de sus principales vías de aprendizaje. Por este motivo, hemos de tener cuidado y ser responsables a la hora de transmitir el mensaje.
Es bueno que nos vean separar los residuos en distintos cubos, llevar el cartón al contenedor que corresponde, no tirar papeles o envases al suelo, etc. Incluso podemos hacerles parte activa de esta rutina. Por ejemplo, si se acaba el paquete de leche, podemos pedirles que lo pongan en el cubo con la bolsa de color amarillo o, si vamos a tirar una caja de cartón vacía, explicarles que tiene que ir a un cubo diferente.
Una idea para fomentar el reciclaje en los más pequeños es instalar en su habitación un pequeño cubo con dos bolsas de diferente color para que puedan introducir, por ejemplo, las botellitas de agua vacías, los botes de crema que se terminan y los trocitos de papel que sobran cuando hacemos alguna manualidad.
A medida que van creciendo, aun teniendo asumido el reciclaje como algo normal y rutinario en su vida, es fundamental justificar por qué lo hacemos. Contarles de manera sencilla que los objetos que tenemos proceden de la naturaleza y que para seguir disfrutando de ella, de los bosques, el campo, el mar, … y compartirlo con otros seres vivos, se pueden reutilizar algunos materiales como el plástico, el cristal y el papel dándoles distinto uso.
Para ello, podemos apoyarnos en dibujos, libros y otros materiales didácticos que faciliten su comprensión, dejando que participen activamente y escuchando todas las preguntas y aportaciones que quieran hacer.
Explicárselo de forma entusiasta, como si fuese algo mágico o un experimento súper chulo, aumentará su motivación por reciclar al tiempo que les hará sentirse parte de algo importante, divertido e interesante.
Un ejercicio que suele resultar bastante divertido y les facilita la comprensión del proceso del reciclaje es una sencilla lluvia de ideas como la que se muestra en el dibujo, ejemplificando de forma muy básica y general qué otras vidas se le puede dar al plástico cuando lo reciclamos.
También podemos mezclar objetos susceptibles de reciclaje para que ellos separen en montoncitos todos los que son de uno u otro material. Jugar con las texturas y observar les resultará de gran ayuda a la hora de distinguir qué residuos hay que introducir en cada cubo.
Lo más importante es no olvidar que, con los peques, la teoría sin práctica no funciona y la práctica sin diversión se queda a medias, así que hemos de convertir la explicación en algo dinámico y alegre que les haga partícipes del proceso y logre captar su atención.
Una de las mejores maneras de que ellos mismos experimenten en qué consiste el reciclaje y lo mágico que puede resultar, es haciendo trabajos manuales que lo demuestren.
En los siguientes párrafos os muestro algunas ideas para realizar, siempre con ayuda o supervisión de un adulto, con envases de plástico y restos de papel. Espero que os gusten 😊
MACETA AUTORREGABLE
Para elaborar nuestra maceta, necesitamos una botella grande de plástico vacía, tijeras, un poco de cordón, tierra y semillas o un esqueje que haya echado raíces en agua.
Cortamos la botella en tres partes, aunque sólo usaremos la inferior y la superior.
En la parte superior, que servirá para alojar la planta, desenroscamos el tapón, le hacemos dos agujeritos e introducimos un trozo de cordón en cada uno de ellos dejando una parte sobrante a cada lado.
En esta misma parte de la botella, hacemos tres pequeños agujeros que servirán para drenar el exceso de agua.
Colocamos el tapón y llenamos de tierra. A continuación plantamos el esqueje o las semillas.
Por último, ponemos un poquito de agua en la parte inferior de la botella y colocamos ambas piezas tal y como se muestra en la siguiente imagen.
Cuando regamos la maceta, el agua sobrante cae a la parte inferior y moja el cordón que, a su vez, mantiene húmeda la tierra.
Con este trabajo tan sencillo, estamos reciclando una botella, ahorrando agua de riego y dando vida a una planta.
COMEDERO PARA AVES SILVESTRES
Usando una botellita de plástico vacía, un poco de cordón, un par de palitos y unas tijeras, podemos fabricar un comedero para aves silvestres.
Solo tenemos que limpiar bien los restos de líquido de la botella (sin usar detergente de ningún tipo) y, con unas tijeras, recortar dos ventanas lo suficientemente amplias para que los pajaros puedan introducir la cabeza sin problema y acceder a la comida.
Justo debajo de las ventanas, hacemos dos agujeros, uno enfrente del otro, más o menos a la misma altura, e introducimos el palito por uno de ellos sacándolo por el otro. De esta manera, los pájaros podrán posarse para alimentarse tranquilamente.
Por último, rellenamos el envase hasta la altura de las ventanas con comida para aves silvestres, colocamos el tapón, atamos un cordon al cuello de la botella y la colgamos en la rama de un árbol.
Este trabajo contribuye a la conservación de las aves salvajes, garantiza su correcta alimentación, y da un nuevo uso a un envase.
PORTALÁPICES
Otro trabajo manual realmente sencillo y con un resultado práctico y bonito, es un portalápices elaborado con una botella de plástico y trocitos de papel de periódico.
Como material complementario necesitaremos cola blanca, un pincel y unas tijeras.
Cortamos la botella por la mitad (aproximadamente) y nos quedamos con la parte inferior.
Recortamos trocitos de papel de periódico y los dejamos preparados en un montón.
Con la cola (se puede añadir un poquito de agua para eliminar el espesor) y el pincel, vamos colocando los pedazos de papel hasta que el exterior de la botella esté totalmente cubierta.
Si queremos, podemos añadir algún detalle. En este caso he introducido en el diseño unos corazones.
Dejamos secar, aplicamos una capa más de cola para reforzar y dar brillo y tendremos un original bote personalizado para colocar las pinturas.
PAPEL RECICLADO
Por último, me gustaría compartir con vosotros cómo hacer papel reciclado en casa. Es sencillísimo y se necesitan muy pocos materiales. Eso sí, es totalmente indispensable, al igual que en las manualidades anteriores, la ayuda de un adulto, dadas las herramientas requeridas para la elaboración.
Necesitaremos:
- Papel de periódico
- Un recipiente grande
- Una bayeta grande o dos pequeñas
- Batidora
- Escurridor
- Una malla (tipo mosquitera)
- Una esponja
En primer lugar, troceamos el papel de periódico con las manos. Lo introducimos en el cubo o recipiente y lo cubrimos con el doble de agua caliente.
Dejamos que se empape bien y que el papel absorba el agua y, posteriormente, lo pasamos por la batidora hasta conseguir una pasta. Si queda muy líquido, añadimos más trocitos de papel. Si notamos que la pasta no liga, añadimos algo más de agua.
Estiramos la bayeta en una superficie lisa, colocamos la malla encima y, sobre la malla, extendemos la pasta y la alisamos con las manos o con ayuda de un rodillo.
Pasamos la esponja sobre la pasta para quitar el exceso de agua.
Escurrimos la bayeta, volvemos a colocar la malla con la pasta de papel sobre ella, y lo dejamos secar.
Para que quede liso, podemos cubrirlo con una tela vieja o con otra bayeta y poner peso encima.
El secado puede tardar hasta 24 horas dependiendo del grosor de la pasta y de las condiciones atmosféricas.
El resultado es precioso y se puede usar para crear tarjetas, marcapáginas u objetos de decoración recortándolo con distintas formas.
EN CONCLUSIÓN
El reciclaje es sostenible, es vida, es creativo, es bonito, es útil…y, sobre todo, con muy poco esfuerzo, podemos contribuir a preservar el medio natural y garantizar una buena calidad de vida para nuestros hijos e hijas en este maravilloso planeta ❤️🌍
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